jueves, 25 de octubre de 2007

TOMO 06: OPERACION Y MANTENIMIENTO

6.0 .- OPERACIÓN Y MANTENIMIENTO

6.1. PRINCIPIOS DE OPERACIÓN:
Toda planta de tratamiento de agua debe estar diseñada para que con una operación adecuada pueda producir continuamente el caudal de diseño y satisfacer y lar normas de calidad de agua establecida.
Dependiendo de las características propios de cada diseño, cuatro factores principales determinan que una planta posea las condiciones requeridas para una operación y un mantenimiento óptimos. Estos cuatro factores son:
- Confiabilidad
- Flexibilidad
- Mano de Obra
- Automatización y Control
La confiabilidad es el factor más importante puesto que en el caso de plantas de purificación de agua potable ésta debe satisfacer en todo momento los requerimientos de calidad estipulados. Para ello, todos los equipos y unidades de la planta deben operar satisfactoriamente como caudales mínimos o máximos, así como bajo condiciones extremas de calidad del agua. Por lo tanto, los operadores deben estar en capacidad de responder adecuadamente a los cambios del caudal de agua cruda y a las modificaciones de calidad de la misma.
La flexibilidad asegura la producción normal de la planta; la planta debe estar con capacidad de operar continuamente aunque haya uno o más equipos o unidades fuera de servicio por mantenimiento o reparación. Los operadores deben asegurarse de que toda pieza de equipo esencial, bombas, motores, dosificadores de sustancias químicas, válvulas etc, tenga una unidad de reserva disponible.
La mano de obra es esencial en todo programa de operación y mantenimiento. En toda planta de purificación de agua es necesario que el personal de operación tenga capacidad técnica de operare el equipo y las unidades de la planta, así como para adecuar la dosificación de sustancias químicas y el grado de tratamiento a las variaciones de calidad del agua cruda.
El grado de automatización y control debe ser tal que provea máxima confiabilidad en la operación de la planta. Por lo tanto, equipos y controles automáticos de difícil operación manual son recomendables, pues pueden causar más problemas que beneficios en la operación general de la planta.

6.2. PRINCIPIOS DE MANTENIMIENTO
El mantenimiento es esencial APRA una operación óptima de la planta de purificación. En un sistema de purificación de agua, el mantenimiento puede considerarse de dos tipos:

• Mantenimiento Preventivo.
Conjunto de actividades, recursos y ayudas programados para identificar o prevenir defectos, reemplazar rutinariamente elementos fungibles, registrar e informar daños mayores en la planta de tratamiento y para conservarla, por lo menos, durante su vida económicamente útil.

• Mantenimiento Correctivo.
Conjunto de actividades, recursos y ayudas destinados a reparar defectos y daños mayores para restablecer la producción normal de la planta de tratamiento.
En los principales factores por considerar para un mantenimiento satisfactorio, se tienen los siguientes:
• La responsabilidad del mantenimiento debe estar claramente definida y asignada a personal competente.
• Los recursos financieros deben estar claramente definidos y asegurada su disponibilidad oportuna.
• Se debe contar con el tipo de cantidad de herramientas, recursos y programas.
• Todas las actividades de mantenimiento preventivo deben ser planeadas y programadas.
• Debe existir un sistema de control y registro apropiado de las labores de mantenimiento.

6.3. OBJETIVOS DE OPERACIÓN:
Cuando se habla de la calidad del agua, el objeto de máximo interés no es realmente el agua sin o los materiales presentes en ella. Dichos materiales determinan la potabilidad del agua, y por lo tanto, la magnitud del tratamiento referido. Por ello, los objetivos de la operación de la planta de purificación son básicamente:
• Proteger la salud de la comunidad
• Suministrar un producto estéticamente deseable
• Proteger la propiedad del usuario
La protección de la salud pública implica prever agua segura, carente de organismos patógenos y libres de sustancias tóxicas en concentraciones que pueden constituir riesgos de salud para los consumidores.
El suministro de un agua estéticamente deseable supone el agua con un contenido tan bajo como sea posible de calor, turbiedad, sólidos suspendidos, libre de olores y sabores y una temperatura tan fría como las condiciones ambientales lo permitan.
La protección de la propiedad del usuario se refiere, en el caso de plantas municipales, a la necesidad de suministrar un agua no corrosiva, ni incrustante y con un grado de calidad tal que permita a los industriales su uso, o tratamiento adicional, con un costo mínimo.

6.4. PARÁMETROS DE CONTROL DE OPERACIÓN
El operador de una planta fundamenta la operación de la misma en el mantenimiento de la máxima calidad de su producto. Para ello hace uso principalmente, de análisis físicos, químicos bacteriológicos, de conformidad con un programa de muestreo y análisis, cuya frecuencia e intensidad son función de los problemas particulares de calidad de agua de cada planta. El operador está en capacidad de demostrar la calidad de su productor, tanto a las autoridades encargadas de control sanitario, como a los usuarios del sistema de abastecimiento. Dichos registros son requeridos pro muchas industrias para conocer las características del agua suministrada. El contenido de cada catión y anión es valioso para las relaciones con el público y para rebatir las críticas infundadas a la operación de la planta.
El personal requerido, las facilidades de laboratorio y la habilidad o capacidad técnica del personal de operación; son función del tipo de planta de tratamiento operada.
La necesidad de ejercer una supervisión estricta de la operación, las 24 horas del día durante 7 días de la semana, es función de la variabilidad de la calidad del agua cruda y de los métodos de tratamiento usados. Por ejemplo, una planta para remoción principalmente de turbiedad y color de agua cruda proveniente de u n embalse, recibirá un agua de calidad relativamente constante, y por lo tanto, requerirá menos supervisión que una planta de ablandamiento o de remoción de hierro y manganeso que esté tratando aguas crudas de calidad variable.
La planta convencional de tratamiento tiene una capacidad de recepción de cargas variables súbitas de contaminación y de caudales, mayor que una planta de filtración directa y por consiguiente, éste requiere personal especializado. En toda planta de tratamiento, no importa su tamaño, es esencial contar con instalaciones y equipo de laboratorio adecuados. El equipo deber ser suficiente para realizar los análisis requeridos para control continuo y permanente de la operación.

6.5. CONSIDERACIONES BÁSICAS DE LOS PROCESOS DE TRATAMIENTO
6.5.1 Cribato:
Los problemas más comunes asociados con el cribado son el taponamiento y la corrosión de las rejillas.
Para prevenir estos problemas se requiere limpieza e inspección rutinaria. Las rejillas deben limpiarse frecuentemente como sea necesario. La frecuencia depende del tipo de fuente y de las condiciones locales; generalmente la frecuencia será mayor en invierno, cuando las aguas superficiales transportan una cantidad mayor de material suspendido.
Las condiciones variables de humedad y secado del material de la rejilla promueven su corrosión; por lo tanto, las rejillas deben inspeccionarse por lo menos cada mes para detectar signos de corrosión. Cualquier elemento de la rejilla desgastado o corroído, debe reemplazarse rutinariamente, según la conveniencia del operador, sin esperar la falla del elemento.
Para control se sugiere mantener un registro permanente que incluya: fecha de inspección, cantidad de material removido de la rejilla, tipo de material removido, partes de reemplazo o repuestos requeridos, fecha de descripción de las labores de mantenimiento ejecutadas.

6.5.2 Aforo
Aunque el aforo no es u n proceso de tratamiento, el operador de una planta de tratamiento debe hacer aforos para:
• Controlar el caudal de cada proceso de tratamiento.
• Ajustar las dosificaciones de sustancias químicas.
• Determinar las eficiencias de los equipos de bombeo y los requerimientos de potencia.
• Calcular tiempos de retención.
• Controlar el caudal de agua tratada y suministrada.
• Calcular el costo unitario de tratamiento.
En la mayoría de los casos se considera que los registros de caudal deben tener un error menor del 2% para prevenir costos adicionales innecesarios de tratamiento. Cualquiera que sea el tipo de medidor usado: por diferencial de presión, de velocidad, magnético, ultrasónico, vertederos, canaletas Parshall, etc, el operador deberá asegurar la adecuada calibración y exactitud de los aparatos de medida.

6.5.3 Coagulación, Floculación
En la operación de los procesos de coagulación y floculación existen tres componentes esenciales:
• Selección de los coagulantes.
• Aplicación de los coagulantes.
• Control de la efectividad de los procesos.
La selección de los coagulantes y ayudas de coagulación es un programa continuo de evaluación con base, generalmente, en el ensayo de jarras. El operador, con base en las características de temperatura, pH, alcalinidad, turbiedad y color de agua cruda, evalúa mediante el ensayo de jarras el tipo de coagulantes por usar la dosis óptima. La aplicación se efectúa mediante el ajuste manual o automático del sistema de dosificación a la tasa óptima. Finalmente ejecuta el control de la efectividad de los procesos de coagulación y floculación, principalmente a través de la evaluación de: características del flóculo formado, turbiedad del agua sedimentada, frecuencia de lavado de los filtros, filtrabilidad del agua coagulada y floculada.
El operador deberá mantener los registros de la calidad del agua cruda, de los coagulantes y de las dosis óptimas, así como de las observaciones pertinentes a los procesos de coagulación y floculación. La experiencia previa, especialmente en aguas superficiales de calidad variable, es muy valiosa y útil para el operador cuando tenga que enfrentar situaciones similares de tratamiento.
El ajuste, la calibración y el control regular de los dosificadores son esenciales para asegurar las dosis óptimas, así como de las observaciones pertinentes a los procesos de coagulación y floculación. La experiencia previa, especialmente en aguas superficiales de calidad variable, es muy valiosa y útil para el operador cuando tenga que enfrentar situaciones similares de tratamiento.
El ajuste, la calibración y el control regular de los dosificadores son esenciales para asegurar la dosis óptima de los coagulantes. En general, una vez establecida la operación permanente de la planta, se deben comparar las dosis aplicadas con el ensayo de jarras de ajustarlas a la producción de una calidad óptima de agua. Los dosificadores se deben calibrar mediante medidas de la cantidad dispensada, en períodos fijos, por peso o por volumen y no solamente con base en curvas de calibración suministrada por los fabricantes.
Cuando la planta posee floculadotes mecánicos, éstos deben ajustarse para proveer un grado de mezcla gradualmente menor a la medida que el agua pasa a través del sistema de floculación. El operador, si dispone de las facilidades para hacerlo, deberá ejecutar ensayos conducentes a establecer la velocidad óptima de los floculadotes para las distintas condiciones de calidad, temperatura y caudal del agua cruda. Llevando un registro permanente de dichos ensayos de los resultados obtenidos durante períodos prolongados de operación, podrá hacer los ajustes futuros de operación sin necesidad de nuevos ensayos adicionales.
Todas las unidades motoras del proceso de coagulación y floculación deberán someterse a inspección para observación de daños y defectos, así como a un programa rutinario de engrase y lubricación.

6.5.4 Sedimentación
La función principal de la sedimentación es producir agua clarificada con turbiedad mínima, generalmente menos de 10 UNT, para una filtración posterior efectiva. Como el proceso de sedimentación dependen de la realización adecuada de la coagulación y floculación, el operador debe asegurar la obtención del mejor flóculo posible antes del sedimentador. En general en los sedimentadotes se debe asegurar una distribución adecuada del caudal, minimizar los cambios bruscos del flujo, asegurar una carga de rebose apropiada sobre los vertederos efluentes y controlar las cargas superficiales y los tiempos de retención.
Un flóculo pobre y problemas de cortocircuito son las dificultades más comunes de la operación de sedimentadotes. En mayor o menor magnitud, todo sedimentador estará sujeto a problemas de cortocircuito, salida de agua en un tiempo menor que el normal de retención, con el consecuente incremento de carga de turbiedad sobre los filtros.
La causa principal del cortocircuito es un sistema de entrada deficiente; las pantallas perforadas proveen una buena distribución del caudal y evitan el cortocircuito. Si se sospecha de la existencia de cortocircuito se deben realizar análisis del tiempo de retención real mediante trazadores.
Las corrientes de densidad también pueden constituir un problema en los sedimentadotes. Ellas ocurren cuando el afluente contiene mayor concentración de sólidos suspendidos o cuando el agua tiene una temperatura menor que la del agua en el sedimentador. En ambos casos el afluente más denso se profundiza al fondo del tanque donde levanta el lodo y produce cortocircuitos. Si se presenta este problema se debe efectuar un estudio para determinar la solución.
El crecimiento de algas y películas biológicas sobre las paredes del sedimentador también puede ser un problema en el proceso de sedimentación. Estos crecimientos pueden causar olores y sabores así como taponamiento en los filtros. Dichos crecimientos se pueden controlar mediante la aplicación de una mezcla de 10 g de sulfato de cobre y 10 g de cal por libro de agua sobre las paredes, con cepillo, cuando los tanques están vacíos.
En tanques con equipo de barrido de todo, este arrastrado o tolvas de todo; de allí se extrae mediante u programa elaborado de acuerdo con las variaciones de calidad del agua y el tipo de volumen de lodo producido, para minimizar arrastre de flóculo de los filtros. En tanques sin equipo de barrido de lodos, el programa de su remoción depende del diseño del tanque, del tipo de volumen de lodo producido y de la calidad del agua sedimentada. Los tanques de sedimentación, en general, no deben requerir más de dos o cuatro limpiezas por año.
En ensayo más usado, como se mencionó previamente, para indicar la calidad de la sedimentación es el ensayo de turbiedad. La turbiedad del agua sedimentada debe mantenerse por debajo de 10 UT. Los registro de control deben incluir, cargas superficiales, cargas de rebose de los vertederos, turbiedad del agua afluente y efluente de cada tanque de sedimentación, cantidad de todo bombeado o extraído de cada tanque, tipos de problemas de operación encontrados y medidas correctivas adoptadas.

6.5.5 Filtración
A pesar de las grandes diferencias existentes entre los tipos de filtros usados para tratamiento de agua, los problemas de operación y mantenimiento de dichas unidades son más o menos similares. Al iniciar la operación de un filtro por gravedad, éste debe llenarse despacio, con agua ascensional, hasta cubrir totalmente el medio, para remover el aire entrapado entre los gránulos de lecho filtrante y prevenir la alteración superficial del medio al entrar el efluente. Este llenado ascensional es recomendado cada vez que se deja bajar el nivel del agua por debajo de la superficie del medio, con el fin de eliminar entrampamientos de aire y prevenir obstrucciones de flujo a través del filtro.
En filtros lentos, al iniciar la operación se requiere un período de acondicionamiento del filtro, el cual puede tomar de 4 a 7 días, para formar una película biológica sobre la superficie de la arena. Durante dicho período de maduración el agua se desecha hasta que la calidad del efluente indique que se ha desarrollado sobre la arena la película necesaria. En general, la efectividad de la filtración es proporcional a la profundidad y finura de la arena e inversamente proporcional a la tasa de filtración.
Cuando se alcanza la pérdida máxima permisible de carga en el filtro, se suspende la filtración y se procede a limpiarlo. Inicialmente se drena el filtro hasta el punto en que se pueda caminar sobre la arena. Comúnmente se raspa 1-2,5cm de arena superficial; se procede a reemplazar arena cuando las limpiezas sucesivas reducen la profundidad del lecho a unos 60 cm.
En filtros rápidos nuevos el medio debe lavarse, para remover el exceso de finos, antes de ponerlo en operación. Para descartar los finos se procede a u n lavado ascensional a la tasa máxima de lavado durante 10 a 15 minutos. Luego se drena el filtro hasta el punto en que se pueda caminar sobre el medio y se remueve manualmente el material fino, raspando los primeros 1,5 - 2,5 cm. de superficie del medio. El lavado y raspado se repiten dos o tres veces hasta que no se observen cantidades significativas de finos al final del lavado. En filtros de medio dual se debe hacer esta operación tanto con la arena como con la antracita.
En filtros rápidos la necesidad de lavado la determinan los siguientes factores:
• Pérdida de carga máxima disponible.
• Fuga de turbiedad a través del filtro.
• Carrera de filtración mayor de 36 a 40 horas-
Sin embargo, la decisión de lavar un filtro no debe basarse solamente en uno de los tres factores, pues ello puede conducir a problema operacionales. La experiencia indica que si el filtro se lava solamente cuando se alcanza la pérdida de carga máxima disponible se puede presentar un incremento grande turbiedad del afluente antes de lavar el filtro. En forma similar, un filtro puede alcanzar la pérdida máxima de carga disponible, sin que haya fugas de turbiedad, pero creando condiciones de presión negativa en el lecho, lo cual no es deseable. Por otra parte, un filtro con agua cruda de muy baja turbiedad puede operar por períodos muy prolongados hasta 100 horas o más, pero esto tampoco es deseable pues se puede presentar un aumento gradual de material orgánico y de bacterias dentro del lecho filtrante, con generación de sabores y olores en el agua tratada y crecimiento de algas y películas biológicas sobre las paredes de los filtros.
En general se considera aceptable una carrera de filtración mayor de 15 horas y menor de 36 a 40 horas con un consumo de agua de lavado del 4% en filtros de arena y del 6% en filtros de lecho dual.
El operador debe tener especial cuidado con la operación de lavado de los filtros con el fin de obtener una limpieza efectiva del medio y evitar los problemas de formación de bolas de barro, consolidación del lecho filtrante, desplazamiento de la grava de soporte, entrampamiento de aire o pérdidas del medio filtrante.
El problema de la formación de pelotas de barro esta asociado con la aglomeración del flóculo y material no removido durante el lavado. Este material, adherido a los granos del medio filtrante, aumenta de peso y profundizan más dentro del filtro, durante el lavado, taponando las áreas donde se sedimentan y causando tasas de filtración y de lavado desiguales sobre el área filtrante. Cuando el problema es grave se observan grietas en la superficie del lecho, separación del medio cerca de las paredes del filtro y presencia de bolas de barro sobre la superficie.
La observación visual del proceso de lavado y de la superficie del filtro es muy importante. Un lecho en buen estado, con una distribución uniforme de agua de lavado, debe aparecer muy uniforme con el medio moviéndose lateralmente sobre la superficie. La presencia de hervideros violentos de agua indica problemas. Si algunas áreas del filtro clarifican más rápidamente que otras, se puede deducir un distribución no uniforme del agua de lavado. Al drenar el filtro su superficie debe aparecer uniforme; si hay grietas, bolas de barro o promontorios es porque hay problemas de lavado.
El entrampamiento de aire es un problema causado generalmente por la presencia de presiones negativas en el filtro, especialmente en filtros con pérdidas de carga disponibles para la filtración baja. Cuando un filtro está limpio, existe una pérdida de pequeña en la arena, la grava y el sistema de drenaje, del orden de 15 a 30 cm. A medida que avanza la carrera de filtración, las pérdidas por fricción aumentan considerablemente, la mayor parte de ellas en la superficie de la arena del filtro.
Cuando la pérdida en las capas superiores de arena es mayor que la altura de agua sobre la arena, la columna de agua inferior actúa como un tubo de aspiración y se presenta un vació parcial. Dicha condición se conoce como carga negativa y cuando es excesiva, permite el escape del aire en solución de agua dentro de la arena. El hecho se conoce como entrampamiento de aire y puede interferir severamente el proceso de filtración. Además, una masa de aire puede, al iniciar el lavado, escapar antes de fluidizarse la superficie de la arena. Este fenómeno permitirá velocidades locales altas del agua de lavado y el desplazamiento de la grava.
En la figura Nº 5.1 se supone que el punto c esta 3 m por debajo del nivel del agua del filtro y que la pérdida de carga es de 2,55 m. Los tres piezómetros con sus niveles de agua en A, B y C indican las cargas de presión para el nivel supuesto del agua; en b, punto sobre tubería efluente de agua filtrada. Para una pérdida total por fricción de 2,55 m se puede suponer que 2,25 m de pérdida ocurren en los 0,15 m superiores de arena.
Aplicando la ecuación de Bernouilli entre A y b, tomando como plano de referencia c y despreciando las cargas de velocidad, se tiene:









Por lo tanto, en b existe un vació parcial o presión negativa de 0,85 m. La secuencia típica de lavado de un filtro se inicia cerrando el afluente y drenado el filtro hasta un nivel aproximadamente 15 cm. sobre el medio.
Se cierra el efluente, se abre el desagüe y se lavan las paredes del filtro con agua a presión. Se pone en funcionamiento el lavado superficial durante 1 a 2 minutos. Esto permite que los chorros de alta velocidad, generalmente con presiones de 280-500 kPA, rompan y descarguen las capas superficiales de material retenido. Se abre la válvula de lavado ascensional parcialmente para expandir el techo justamente sobre el nivel del lavado superficial; con ello se prevee un frote violento de la porción superior del medio, la cual acumula la mayor parte del material retenido.

Los registros de control de la operación de filtros deben incluir la siguiente información:
• Caudal filtrado.
• Pérdida de carga.
• Duración de la carrera.
• Tasa de lavado.
• Volumen de agua de lavado usada.
• Volumen de agua filtrada.
• Duración de lavado ascensional.
• Duración de lavado superficial.
• Turbiedad del agua afluente.
• Turbiedad del agua filtrada.

6.5.6 Desinfección
La operación exitosa del proceso de cloración requiere básicamente:
• Suministro adecuado y permanente del agente desinfectante.
• Control eficiente, continuo y exacto de la dosificación.
• Manejo seguro en todo momento del compuesto y de los equipos utilizados para su aplicación.
• Mezcla completa y continua del cloro con toda el agua de tratar.
Desde el desarrollo, en 1912 del primer equipo comercial para la aplicación de cloro gaseoso en aguas de suministro, se han puesto a disposición de los operadores del proceso diferentes tipos de equipos de dosificación y control. El manejo y mantenimiento de cada instalación de cloración dependerá del equipo utilizado y deberá hacerse de conformidad con los manuales de operación y mantenimiento de cada fabricante. A continuación se incluyen algunas consideraciones generales sobre operación y mantenimiento de cloradotes.
Cuadro Nº6.1
Consideraciones según el tipo de equipo
TIPOS DE EQUIPO
OBSERVACIONES
1. Cloradotes de dosificación directa, cloro gaseoso seco. Se aplica cloro gaseoso seco al agua.
Se usa solamente cuando no existe disponibilidad de agua a presión

2. Cloradotes de dosificación de cloro gaseoso en solución. Se aplica una solución de cloro gaseoso en agua al agua bajo tratamiento Se prefieren los cloradotes de vació.

3. Clorador de celda electrolítica. En general el cloro in situ. Se usa poco.

4. Hipocloradores Se usan para caudales pequeños o caos de emergencia.


Todo los cloradotes deben instalarse para funcionamiento continuo, libres de problemas de operación. El cloro gaseoso se disolverá en el agua para formar soluciones de concentración menor de 3,00 mg/l.

Cuadro Nº6.1
Consideraciones según el tipo de equipo
TIPOS DE EQUIPO
OBSERVACIONES
1. Manual. La dosis se ajusta a mano. Adecuado cuando el caudal es relativamente constante.

2. Semiautomático. La dosificación se inicia o se detiene mediante un instrumento eléctrico o hidráulico.

3. Automático.
Se adjunta automáticamente la dosificación con control de caudal.

La selección del punto de aplicación del cloro debe hacerse con base en:
1. Presión moderada en el punto de cloración.
2. Variación mínima de caudales.
3. Mezcla rápida y homogénea del cloro en el agua.
4. Facilidad de acceso al equipo de cloración para inspección.
5. Riesgo mínimo de perjuicio por los residuales de cloro.
6. Disponibilidad de agua y espacio para almacenamiento de cilindros.
7. Disponibilidad de energía eléctrica.

En la instalación son importantes estos factores:
1. El clorador debe instalarse cerca del punto de aplicación.
2. El clorador debe instalarse en un cuarto independiente, sobre el nivel del terreno.
3. Debe proveerse espacio amplio para trabajo alrededor del clorador, así como espacio para almacenamiento de repuestos.
4. Se requiere agua abundante, con presión mayor de 15 lb/pulg2, 103 kPa y tres veces la contrapresión existente, se pueden requerir bombas reforzadas de presión. En general se requiere un mínimo de 150-190 L/d por libra de capacidad del clorador. Fallas en el suministro de agua implican fallas en la cloración.
5. El clorador debe permanecer a temperaturas mayores de 10 ºC para evitar taponamiento por hielo y cloro. Los cilindros deben permanecer a temperatura normal y menor que la de las tuberías y el clorador, para prevenir condensación del gas en líquido. La temperatura máxima de almacenamiento de los cilindros es de 60ºC.
6. No es recomendable extraer más de 18 kg/d de cloro de un cilindro, por el riesgo de escarcha y pérdida de capacidad de dosificación. Con cilindros de tonelada la tasa máxima de extracción es de 182 kg/d de cloro.
7. Debe existir iluminación apropiada.
8. Debe existir adecuada ventilación para remover fuga eventuales de cloro gaseoso.
9. Debe existir facilidad de manejo de cilindros, sin riesgo para los operadores.
10. Se requiere báscula y facilidad para el control de la dosificación de cloro.
11. La cloración para desinfección debe ser continua y la instalación debe reunir todos los requerimientos apropiados para asegurar el suministro y la dosificación sin interrupción.
Los registros de control de procesos de cloración deben incluir la siguiente información:
• Tipo de compuesto de cloro usado.
• Dosis en mg/L.
• Dosificación diaria en kg/d.
• Resultados de los ensayos de cloro residual.
• Resultados de los ensayos de coniformes.
• Temperatura del agua.
• pH del agua.
• Explicación diaria de cualquier condición particular o problema ocurrido.

6.6. REGISTRO E INFORMES DE OPERACIÓN
El mantenimiento de un registro de operación de una planta de tratamiento hace parte de las funciones del operador y constituye una ayuda de gran utilidad pues satisface; entre otros, los siguientes objetivos:
• Cumplimiento de requisitos legales (Decreto 2105/83)
• Ayuda al operador a resolver problemas de tratamiento.
• Permite evaluar cambios en la calidad del agua cruda.
• Permite demostrar la calidad del agua tratada.
• Proporciona soporte para responder las quejas y reclamos de los consumidores.
• Ayuda a establecer los programas de mantenimiento preventivo.
• Permite evaluar los costos de tratamiento.
• Provee parámetros de diseño para futuras plantas de purificación.
• Permite determinar la eficiencia de los diferentes procesos y operaciones de tratamiento.
• Permite formular y establecer programas y requerimiento de optimización de la operación.


CORROCIÓN E INCRUSTACIÓN DE POZOS

6.7. INTRODUCCIÓN
Es fácil convencerse de que la maquinaria de elevación de un pozo precisa de unos cuidados de mantenimiento para que su vida sea lo mayor posible y con un rendimiento óptimo y seguro. Aunque sea menos aparente, la propia captación también precisa de unos cuidados sin los cuales su rendimiento e incluso su duración pueden verse seriamente comprometidos. Ocultos a la vista ocurren un gran número de fenómenos cuyo conocimiento es necesario si se quiere explotar con el máximo rendimiento un pozo y alargar su vida, evitando fallos prematuros.
Las causas más importantes de pérdida de eficiencia de un pozo bien construido hay que buscarlas en las variadas facetas de dos fenómenos generales llamados incrustación y corrosión. Sus efectos se traducen en una disminución del caudal específico y/o en una colmatación progresiva de la captación y/o administración de aguas de otros niveles con caracteres indeseables, y en el caso extremo en la destrucción del propio pozo.
La incrustación consiste en una deposición de materiales extraños, bien en filtro o bien en el propio acuífero.
La corrosión consiste en un ataque a los materiales con eliminación superficial o localizada de los mismos o alteración de sus propiedades. En ocasiones, los productos de la corrosión originan una incrustación, si bien el mecanismo íntimo de ambos fenómenos es diferente.
En lo que se sigue se tratará de dar una visión de las variadas facetas de la incrustación y corrosión que afectan más directamente a la explotación de las captaciones de agua con las aclaraciones teóricas precisas para una buena compresión de fenómeno, razonando el modo de combatirlo o amortiguarlo.
No es posible dar normas concretas para evitar el corregir los defectos de la incrustaciones y corrosiones, ya que son muchos los factores que concurren, pero una adecuada observación de lo que sucede en un pozo o en otros vecinos puede orientar adecuadamente.
En lo que respecta a la agresividad e incrustabilidad de un agua, los iones de la disociación del agua los relacionados con el equilibrio carbónico y las sales alcalinotérreas, juegan un papel muy importante, así debe considerarse el pH del agua y los contenidos en CO2, disuelto, CO3H-, Co3= y Ca++. En los apartados 1.11 y 1.12 de la sección 4 se trata este tema con cierto detalle. Basta resaltar aquí que para mantener el bicarbonato cálcico en disolución debe existir una cierta cantidad de CO2 disuelto de equilibrio, lo que un exceso de CO2 disuelto de equilibrio o el pH es menor que el de equilibrio, el agua es agresiva (a la caliza y también puede serlo al metal por un exceso de iones H+) y si existe un defecto de CO2 disuelto o el pH es mayor que el de equilibrio, el agua es incrustante e incrustará si las condiciones son favorables al depósito de material sobre las superficies sólidas. Los valores mencionados se refieren a la química del agua en contacto con el material que se considere, que puede ser diferente, por cambios de presión, temperatura, etc., de la del agua natural del acuífero.

El pH de equilibrio (pHe) se puede calcular tal como se señala en los subapartados 1.12.2 y 1.12.3 de la sección 4.

Un índice experimental de agresividad o incrustabilidad muy interesante es el índice de estabilidad de Ryznar (Ryznar, 1944) que se define como:

IER = 2pHe – pH
en lo que:

IER = índice de estabilidad de Ryznar
pHe = pH de equilibrio
pH = pH del agua que se considera.





Según este índice se tiene:
_____________________________________________
IER Carácter del agua
_____________________________________________
4,0 a 6,0 Muy incrustante
5,0 a 6,0 moderadamente incrustante
6,0 a 7,0 poco incrustante o corrosiva
7,0 a 7,5 corrosiva
7,5 a 9,0 francamente corrosiva
Mayor 9,0 muy corrosiva
______________________________________________
El contenido en oxígeno juega también un papel muy importante en la corrosión de los metales por el agua.

6.8. INCRUSTACIONES EN LAS CAPTACIONES DE AGUA

La incrustación es la deposición de materiales más o menos adherentes en diversas partes de la captaciones de agua.
Estas incrustaciones pueden ser duras y frágiles, actuando muchas veces al modo de un cemento (por ejemplo, formación de carbonatos) y otras veces se trata de lodos y rellenos pastosos o gelatinosos (por ejemplo, óxidos de hierro o colonias de bacterias).
Normalmente la presencia de incrustaciones en un pozo va ligada a un descenso en los caudales específicos (caudal obtenido por metro de descenso del nivel de agua). Las incrustaciones pueden afectar a:
1) Zona filtrante de los pozos reduciendo la superficie efectiva de entrada del agua.
2) Propio acuífero, rellenando sus poros y disminuyendo por lo tanto la permeabilidad en una zona más o menos grande, alrededor del pozo.
3) Tuberías, disminuyendo la sección. Si se producen sobre la propia pared del pozo no afectan en principio a la explotación del pozo (pueden molestar o impedir el montaje y desmontaje de la bomba), pero si lo hacen en la tubería de impulsión, aumentan las pérdidas de carga del bombeo.
La posible producción de materiales no adherentes que se sedimentan dentro del pozo es un proceso muy poco importante, si es que llega a aparecer

6.9. TIPOS DE INCRUSTACIONES
La incrustación mas frecuente está formada por carbonato cálcico. Su origen hay que buscarlo generalmente en una pérdida de anhídrido carbónico por el agua. Las aguas subterráneas están generalmente saturadas en carbonato cálcico, que se mantienen en disolución gracias a la presencia de cierta cantidad de anhídrido carbónico disuelto. La cantidad de este anhídrido carbónico disuelto depende de la proporción del mismo en el aire en contacto con el agua y de la temperatura. Como las aguas al infiltrase lo hacen a través de terrenos no saturados que con frecuencia tienen contenidos en anhídrido carbónico muy superiores al de la atmósfera (hasta 20 veces mayor), tienen oportunidad de disolver cantidades notables de carbonato. Al quedar esta agua a presiones menores que las que tenían en el terreno o al entrar en contacto con la atmósfera pierden anhídrido carbónico con la consiguiente sobresaturación en carbonatos. Si las condiciones son propicias, el exceso de carbonato cálcico –menos el carbonato magnésico que es más soluble - se puede precipitar en forma de pequeños aglomerados fangosos o depositarse en capas duras y estratificadas sobre las superficies sólidas, produciéndose incrustaciones. Un aumento de la temperatura es un factor importante en las conducciones (mucho menos en los pozos) y lleva también a una sobresaturación en carbonatos con las consiguientes posibilidad de incrustaciones. La mezcla de aguas diferentes, puestas en contacto por pozos que atraviesan varios acuíferos, puede ser también origen de incrustaciones.
No es rato que las aguas lleven cantidades notables de hierro (algunas partes por millón en ion ferroso), generalmente asociado a ambientes geoquímicas reductores, y este hierro puede precipitarse por oxidación al tomar contacto con el aire, perder anhídrido carbónico o variar la velocidad del agua. Puede precipitarse óxido de hierro hidratado (lo más frecuentemente férrico, pero a veces puede ser ferroso formando un fango negro) o más fácilmente hidróxido férrico (marrón rojizo) o ferroso (incoloro), más o menos pastosos o gelatinosos y en ocasiones muy voluminosos. Este precipitado voluminoso ocupa los poros y reduce considerablemente la permeabilidad y en ocasiones puede pasar desapercibido en las muestras de terreno, ya que fácilmente se destruye su tenue trama. Igual comportamiento tiene el manganeso disuelto, dando óxido negro o marrón oscuro, o un gel de Mn (OH)4 pero normalmente no crea problemas graves por estar en poca cantidad. En ocasiones el hierro puede provenir de la corrosión del tubo del pozo y precipitarse después en otro unto o incluso “insitu”, dando origen a la simultaneidad de corrosión e incrustación.
Las bacterias del hierro, principalmente las de los géneros Gallionella, Crenothrix y Leptothrix, pueden dar precipitados voluminosos de compuestos férricos a partir del ion ferroso, los cuales reducen drásticamente la permeabilidad, además de atrapar otras partículas insolubles. Las condiciones más favorables para su desarrollo son (Mogg, 1972).
a) Aguas freáticas aerobias, principalmente a poca profundidad bajo el nivel del agua.
b) Aguas subterráneas relativamente frías, menos de 18,5ºC. No se desarrollan por encima de 24ºC.
c) Aguas con elevado contenido de hierro (más de 1 ppm en Fe) y manganeso.
d) Aguas poco salinas, con residuo seco menor de 1000 ppm. Nos e desarrollan en aguas salinas o con elevados contenidos en sulfatos.
Salvo en casos excepcionales de aguas muy sulfatadas, no es normal encontrar incrustaciones de yeso en los pozos, puesto que su solubilidad es elevada y aunque disminuye al aumentar la temperatura, no son de esperar cambios importantes de ésta en los pozos. La situación es más favorable a la precipitación en tuberías, en especial en usos de refrigeración.
Las incrustaciones duras de sílice tampoco son frecuentes, puesto que los cambios de temperatura en el pozo son muy pequeños, aunque pueden producirse con ciertas aguas sobresaturadas, o aparecer como silicatos atrapados en incrustaciones carbonatadas. En los análisis de incrustaciones, normalmente gran parte de la sílice que se encuentra está atrapada en otras incrustaciones y no es de precipitación química.
En resumen, puede decirse que en la mayoría de los casos las incrustaciones son de CO3Ca2 Fe(OH)3 y FE(OH)2 y más raramente de CO3Mg y de CO3Mn u otros compuestos de manganeso.
En un pozo que bombea a un ritmo de 100 m3/h, la disminución de la dureza del agua en sólo una parte por millón debido al paso por por la rejilla, supone la precipitación de 2,4 kg diarios de carbonato cálcico. Afortunadamente sólo parte de este carbonato se precipita sobre la rejilla, pero una parte considerable puede hacerlo en zonas próximas o en el sistema de bombeo.
La incrustación puede llegar a colmatar totalmente la rejilla en sus inmediaciones, hasta algunos cm. de espesor, y parcialmente hasta varios dm.

6.10 IMPORTANCIA DE LA COMPOSICION QUIMICA DE LAS AGUAS
La composición química del agua a extraer es muy importante, y un análisis químico bien hecho puede ayudar notablemente a localizar la causa de las incrustaciones observadas o a predecir su posibilidad. Para que sea de utilidad debe contener por lo menos el pH, la conductividad o residuo seco, la dureza total y permanente, la alcalinidad, el anhídrido carbónico disuelto y el hierro, siendo deseable conocer el oxígeno disuelto, calcio y manganeso. También es conveniente determinar además los cloruros, sulfatos, nitratos y sodio. Hay que tener precauciones para que el agua sea representativa del agua del acuífero, tomándola a ser posible mediante un bombeo prolongado y en una botella llena totalmente y bien cerrada y efectuando el análisis lo antes posible. Es importante medir la temperatura del agua y debe evitarse que en el transporte se caliente la muestra (ver el capitulo 4.3). En aguas sulfhídricas debe determinarse también el ácido sulfhídrico principalmente con vistas a la corrosividad (en agua fría 0,5 partes por millón o menos ya son apreciadas por el olfato). Si el análisis no se puede realizar rápidamente, por lo menos conviene medir al tomar la muestra el pH, la alcalinidad y el CO2 disuelto, y si es posible el oxígeno disuelto.
En el apartado 6.1 de este capítulo ya se ha comentado sobre la incrustabilidad del agua y se ha introducido el índice de estabilidad de Ryznar. A titulo de primera orientación se puede decir que las aguas duras (por ejemplo con más de 300 pmm en CO3Ca) y notablemente bicarbonatadas (por ejemplo, alcalinidad mayor de 250 ppm en CO3Ca) hacen en la posibilidad de incrustaciones carbonatadas. Las aguas con pH superior a 7,5 suelen ser incrustantes. Algunas unidades de parte por millón de hierro disuelto permiten augurar problemas de precipitación de hierro en alguna forma.
También contenidos en manganeso superiores a 1 ppm en especial con pH alto y ambiente oxidante, suelen dar incrustaciones. En las aguas en las que viven bacterias sulfato-reductoras (presencia de SH2) no aparecen bacterias del hierro.
Sin embargo, no es posible dar reglas precisas para decidir si un agua será o no incrustante, ya que la composición química, si bien muy importante, no es el único factor a considerar, sino también las características del pozo y su régimen de explotación. En general, las aguas subterráneas y en especial las que proceden de terrenos calcáreos, tienden a precipitar carbonatos, pero el que efectivamente lo hagan y la forma de incrustación a que den lugar depende además de la velocidad del agua en el pozo, en la zona filtrante del pozo, del descenso, de la aireación del pozo, etc.

6.11. LA INCRUSTACIÓN Y LAS CARACTERISTICAS CONSTRUCTIVAS
Y DE FUNCIONAMIENTO DE LOS POZOS
Las características constructivas de un pozo pueden afectar a la posibilidad de incrustación. En general, pozos poco eficientes o sea con notables pérdidas de carga en el paso del agua por la zona filtrante, y los mal desarrollados suelen incrustarse con mayor rapidez que pozos más eficientes que bombeen caudales similares. La mayor velocidad de entrada del agua, la mayor turbulencia y el mayor descenso, facilitan el desprendimiento del anhídrido carbónico, sobresaturándose el agua en carbonatos en sus alrededores. También la mayor aireación facilita la precipitación del hierro. Si el pozo se explota con descensos que dejan parte de la zona filtrante en seco, en esa parte pueden aparecer incrustaciones con cierta facilitad y tanto más cuanto más frecuentes sean los paros y arranques de la bomba. Al ponerse en marcha la bomba, parte del tubo y a veces también de la zona filtrante (muy frecuente en pozos que explotan acuíferos freáticos) quedan en seco y el agua que los humedece se evapora precitando pequeños cristalitos de carbonato cálcido (parece ser además que el hierro favorece la precitación y tanto más cuanto más rugosa es su superficie). Al pararse el pozo vuelven a ser cubiertos por el agua, que si está en contacto más o menos fácil con la atmósfera, pierde anhídrido carbónico, se sobresatura de carbonatos y los cristalitos antes depositados actúan de núcleos de cristalización, creciendo en ocasiones rápidamente el depósito. Las sucesivas fases de aireación facilitan también la precipitación del hierro. En otras ocasiones, la misma secuencia de hechos es origen de zonas preferentes de corrosión, tal como se verá mas adelante.
El caudal de explotación condiciona el descenso producido y también la velocidad de paso del agua por la formación acuífera y por la rejilla. A mejor la rejilla. A mayor velocidad mayores posibilidades de corrosión y también de incrustación.
Es recomendable no rebasar valores de la velocidad de flujo del orden de la mitad de los que se calcularían con las fórmulas dadas en el apartado 3.2.4 de la sección 9. Los técnicos de la firma Jonson Inc. Aconsejan no rebasar la velocidad de 4 cm./seg. en el en el paso por la rejilla, a fin de minimizar el efecto de incrustación y corrosión. Otros valores recomendables se dan en el apartado 1.4.6 de esta sección.
Para seguir el comportamiento de un pozo, ver si se producen incrustaciones y decidir cuándo y cómo debe efectuarse un tratamiento de desincrustación, es preciso observarlo, al igual que se hace con toda máquina, y un buen método es llevar una ficha de observaciones.
Es muy importante conocer periódicamente los descensos específicos (caudal obtenido dividido por el descenso del nivel del agua), los descensos totales del nivel del agua, los caudales bombeados, la potencia consumida y el régimen de bombeo (duración de los bombeos y de los paros). Si el caudal específico desminuye puede ser síntoma claro de incrustación o taponamiento en la zona filtrante. Un primer síntoma de incrustación es el aumento del consumo de energía de la bomba, sin que aumente el caudal extraído, previa comprobación de que la bomba funciona bien.
Es también importante disponer de análisis químicos del agua bombeada una o dos veces al año, no sólo para ver si el agua es de caracteres incrustantes, sino también para conocer si la calidad del agua evoluciona en alguna forma. Al construirse el pozo se puede tener aguas de buena calidad y al cabo de algunos años esta calidad puede haberse degradado por múltiples causas; un único análisis es poco indicativo.
Conviene dejar un acceso en los pozos entubados por el que se puede medir el nivel del agua en el pozo. Si bien la medida de cerrar herméticamente el pozo es adecuada desde el punto de vista de protección sanitaria, no excluye el dejar el orificio para medir niveles, que puede estar convenientemente protegido e incluso pueden instalarse medidores de nivel permanentes de tipo manométrico, que son baratos, y que permiten el cierre hermético con la posibilidad de medir la profundidad del agua.
La importancia de la observación de un pozo depende de su coste y de la importancia de tener un funcionamiento asegurado. En pozos profundos (caros) y para grandes caudales en continuo, en que el consumo de energía debe ser lo menor posible, es muy importante su control periódico. En pozos temporales de uso esporádico puede no tener gran importancia.
No es preciso insistir en que las observaciones que se hagan deben ser correctamente interpretadas. Una disminución de niveles dinámicos puede ser debida no sólo a la presencia de incrustaciones, sino también a la presencia de nuevos bombeos próximos a un descenso general de los niveles; bastará observar los niveles estáticos para ver lo que sucede. Los caudales pueden disminuir y puede ser debido a la incrustación en el pozo (disminuye también el descenso dinámico), pero también puede ser debido a un simple desgaste de la bomba o a un aumento de la pérdida de carga en la tubería de impulsión por varias causas entre la que pueden figurar su propia incrustación.

6.12. COMO EVITAR LAS INCRUSTACIONES EN LOS POZOS
Es difícil o imposible evitar totalmente las incrustaciones ya que estas dependen en gran manera de la facilidad del agua para producirlas, pero se pueden tratar de reducirlas con pozos convenientemente proyectados y con un plan de funcionamiento adecuado, a ser posible en continuo, lo cual es también bueno para la bomba.
Tal como se ha expuesto, las elevadas velocidades de paso por la zona filtrante y los descensos grandes, facilitan las incrustaciones por variación de los gases disueltos en el agua. Por ello conviene elegir rejillas con la mayor área de paso de agua posible y desarrollar bien el pozo.
Los pozos completos (que atraviesan todo el acuífero) y con zonas filtrantes adecuadas tienen menos problemas de incrustaciones que los incompletos y con zonas filtrantes rudimentarias.
No conviene forzar los pozos con bombeos que dejen en seco parte de la zona filtrante, puesto que se agravan los problemas de incrustaciones en el tramo afectado por las variaciones de nivel, y también las corrosiones.
Conviene trabajar con descensos pequeños y puede ser ventajoso, desde el punto de vista de evitar incrustaciones, preferir varios pozos de explotación a uno sólo funcionando con mayores descensos.
Al parecer, el material de la rejilla influye poco en la posibilidad de incrustación. Quizás las superficies rugosas o herrumbrosas facilitan la adherencia de los incrustantes; ellos podría explicar la creencia de que los plásticos se incrustan menos al ser más lisos y presentar menos adherencia. Ello no quiere decir que no se puedan incrustar, y de hecho materiales como el cloruro de polivinilo, la fibra de vidrio con recubrimiento de resina epoxi, etc., con el tiempo llegan a incrustarse. Si la incrustación es un efecto derivado de la corrosión de otras partes, esos materiales están exentos de aquella.
En lo que respecta a los precipitados de hierro, puede pensarse que si el ambiente en el acuífero es bactericida natural o artificialmente, el problema de depósitos de lodos no aparece. Tal sucede en aguas reductoras y también en pozos con rejillas de aleaciones de Cu, ya que el cobre es un bactericida, siempre y cuando sean pozos de pequeño caudal y de funcionamiento de unas pocas horas al día, para permitir que el cobre alcance suficiente concentración y acción en el agua.
La adición de ciertos complejantes del hierro al agua que circula hacia el pozo, utilizando una corona de sondeos que lo rodeen, puede ser efectivo al evitar la precipitación en el acuífero, pero es un procedimiento complicado y caro. La adición de cloro en un sistema similar parece muy poco efectiva (Mogg, 1972).
Para evitar los precipitados de hierro por la acción del oxígeno procedente del exterior, conviene trabajar con la rejilla siempre sumergida, y cuando ello no es posible, evitar que el aire que lleva el pozo no se renueve o lo haga con dificultad.

6.13 DESINCURSTACIÓN DE LOS POZOS
6.13.1 Aspectos generales
Cuando no es posible evitar las incrustaciones, se debe proceder a eliminar éstas periódicamente.
La desincrustación de pozos debe efectuarse cuando se empieza a notar una disminución clara en los caudales específicos. No es posible dar valores concretos puesto que el momento de desincrustar depende de la mayor o menor dificultad para poner fuera de servicio unos días un pozo en cierta época, del coste del proceso de desincrustación, etc. Sin embargo, no conviene dejar que la incrustación progrese mucho, ya que entonces puede dificultarse ésta, e incluso hacerla inefectiva.
La repetición de los ensayos de bombeo escalonados (ver el capítulo 9.15) puede orientar sobre la importancia de las incrustaciones y quizás aplicar los criterios de Walton (apartado 15.3.4 de la sección 9), aunque conviene tener datos de referencia de la región y del acuífero.
En pozo en que la incrustación ha progresado mucho, puede suceder que en el desincrustado químico se formen caminos preferentes de paso del agente desincrustante y por lo tanto sin alteración del resto de la incrustación. Por ello no conviene dejar que la incrustación progrese excesivamente.
El tratamiento a utilizar puede ser de tipo químico o de tipo mecánico, o un tratamiento mixto. Los tratamientos de tipo mecánico, tales como descargas de aire comprimido o el pistoneo en general no son del todo efectivos. Los tratamientos químicos, introduciendo en el pozo y acuífero próximo un agresivo químico que disuelva la incrustación, son un buen método; si se combinan con algún método mecánico, tal como el pistoneo o el chorro horizontal, se puede aumentar considerablemente la festividad de la operación.
Para la elección del método de desincrustación es importante conocer el tipo de incrustación y como afecta ésta al pozo. Si es posible, conviene tener muestras de la incrustación para ver que tipo es, cuanto ha progresado y qué procedimiento de tratamiento es el más adecuado. La observación de pozos vecinos puede ayudar mucho e incluso a veces pueden obtenerse muestra se incrustaciones. También pueden buscarse muestras e incrustaciones en las paredes de la bomba o de los tubos de impulsión que, aunque no tienen por qué ser iguales a las del acuífero y zona filtrante del pozo, son en general suficientemente orientativas.
La desincrustación debe encargarse a una empresa experimentada, ya que es un proceso que requiere destreza y no está exento de peligros de accidentes.
Cuando sean de presumir incrustaciones, conviene elegir un tipo de rejilla adecuado y resistente al método de desincrustación a emplear. Si se emplea ácido clorhídrico como desincrustante, los materiales más resistentes son los plásticos y fibra de vidrio siguiendo en orden de mayor a menor resistencia los aceros inoxidables (tipo 316 y 304). Everdur y bronce rojo, y los menos resistentes son el acero dulce y el hormigón.

6.13.2 Tipos de agentes químicos para desincrustar
1) Acidificación
Para incrustaciones carbonatadas, principalmente para la formadas por carbonato cálcido, da buenos resultados el tratamiento con ácidos. Entre los diversos ácidos posibles, el más utilizado es el ácido clorhídrico con un inhibidor de corrosión de metales, pro ejemplo de gelatina, en la proporción de 5 a 10 kg de gelatina disuelta en agua caliente por cada 1000 kg de ácido concentrado. El ácido clorhídrico (industrialmente también denominado ácido muriático) debe emplearse concentrado del orden del 25 al 30% y en cantidad de 1,5 a 2 veces el volumen de agua de la zona filtrante del pozo. También disuelve, al menos en parte, el hierro precipitado, pero la solución sólo es estable mientras el pH sea bajo (menor de 3) y si se precipita puede dar origen a óxidos difícilmente solubles después. La estabilización con sal de Rochelle (tartrato sodicopotásico) no es del todo satisfactoria, y es mejor el empleo de ácido cítrico u otros compuestos especiales.
Modernamente está tomando un gran auge el empleo del ácido sulfámico (ácido aminosulfónico, SO3HNH2) que aunque algo más caro que el ácido clorhídrico, presenta notables ventajas, entre las que figura el ser sólido en estado puro (muy fácil de transportar y mucho menos peligroso de manejo) y es muy fácilmente soluble en agua, dando soluciones marcadamente ácidas. Con sólo un 0,5% en peso se consigue un pH de 1,4, con un 3% un pY de 0,8, con un 5,5% un pH de 0,6 y con un 10% un pH de 0,45. La solubilidad es un 2% en peso a temperatura de 18ºC y conviene emplearlo casi próximo a saturación. El ácido sulfámico, al actuar sobre los carbonatos, da sulfamato cálcico que es muy soluble. Es menos agresivo para el tubo de pozo y no afecta a las rejillas de acero inoxidable ni a las bronce rojo con silicio. Al acero ordinario lo ataca con suficiente lentitud y su acción se puede pasivar con tiourea. Su acción es algo lenta que la del ácido clorhídrico por lo que se precisa un tiempo de contacto algo mayor. El ácido sulfámico puede añadirse previamente disuelto o sólido, disolviéndolo por agitación en el pozo, pudiéndose en este último caso añadir un exceso para mantener la acidez.
El ácido más usual en la industria, el ácido sulfúrico, no es adecuado para desincrustar carbonatos, puesto que forma sulfato de calcio (yeso) que s poco soluble y se queda en el medio poroso o adherido a la zona filtrante.
En el tratamiento con ácido conviene a veces añadir un agente mojante para favorecer el contacto entre el ácido y el medio, que debe ser estable en el ácido, no espumante y no iónico. Casas especializadas pueden ofrecer varios tipos de estos agentes con diversos nombres comerciales. Esto mojantes son necesarios con el ácido sulfámico, ya que de por si sólo disuelven lentamente la incrustaciones de hierro.
La acidificación es sólo parcialmente efectiva con incrustaciones de hierro muy poco efectiva con incrustaciones de sílice o de silicatos alumínicos.
2) Cloración
La cloración consiste en añadir cloro activo al agua de los pozos. Este cloro activo puede añadirse como cloro gas disuelto previamente en agua o directamente, pero es más fácil y seguro hacerlo como hipoclorito sódico en estado puro o disuelto en agua.

6.14 PROTECCION SANITARIA Y ABAONDONO DE POZOS

6.14.1 Necesidad de Protección Sanitaria
Cuando el agua subterránea procedente de pozos se destina al consumo humano hay que tomar precauciones para evitar su contaminación y obtenerla en adecuadas condiciones físicas, químicas y biológicas.
El agua extraída de pozos de captación puede estar contaminada como consecuencia de negligencia del hombre. Los agentes de contaminación pueden ser las aguas y productos residuales procedentes de la actividad industrial o doméstica. También la manipulación del material de sondeo, del lodo de perforación en su caso de los materiales que han de quedar instalados en el pozo (entubados, rejillas, bombas, etc.) puede ser causa de introducción de contaminantes.
La contaminación superficial puede penetrar en los pozos, tanto a través del espacio anular exterior al revestimiento como por el circular exterior al revestimiento como por el circular interior al mismo.
Por ello, la adecuada protección sanitaria de un pozo debe incluir toda las fases de su proyecto, construcción y explotación, al objeto de prevenir la introducción de contaminantes, tanto en el propio pozo de bombeo como en la formación acuífera de donde proviene el agua. Así, por ejemplo habrá que seleccionar cuidadosamente el lugar donde se ubicara el pozo, teniendo en consideración el emplazamiento de letrinas, fosas sépticas, corrales, alcantarillas, etc., estudiando también los posibles efectos contaminantes de aguas residuales industriales.
Las medidas necesarias de protección varían con las condiciones físicas del ambiente y con las formaciones geológicas. Sin embargo, existen prácticas contractivas corrientes, que permiten obtener una instalación con buenas condiciones sanitarias.
A continuación se exponen algunos métodos recomendables para la construcción y acabado de los pozos, así como para neutralizar la posible contaminación bacteriana de las aguas.

6.14.2 Agentes y métodos de desinfección
Una vez terminada la construcción del pozo y la instalación de sus accesorios es esencial proceder a su completa desinfección, a pesar de que lamentablemente esta práctica se olvida con frecuencia.
El primer procedimiento es hacer una limpieza preliminar en el pozo, lavando a continuación el revestimiento interior con un cepillo duro, si es preciso con el auxilio de álcalis, para eliminar el aceite, la grasa o el compuesto para juntas. El método más corriente y eficaz de desinfectar un pozo es utilizar una solución

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